
Cualquier empresa, desde la formada por un solo autónomo hasta las grandes multinacionales, se debe basar el tres aspectos: el productivo, el comercial y la gestión. Aunque a veces lo parezca no hay uno más importante que el otro y debemos pensar que olvidarse de la gestión puede suponer el hundimiento del negocio.
Podemos pensar que lo más importante es producir ya que es la actividad principal de la empresa (fabricar productos, intermediar en la venta o prestar servicios) y que a la par de ésto está la parte comercial (vender lo que se produce, captar clientes, etc.) y dejamos la gestión, esa actividad tediosa y que parece impuesta y poco beneficiosa, de lado. Eso puede ser un grave error.
El control de la parte económica, la gestión de cobros, la planificación presupuestaria, la financiera, el cumplimiento de las obligaciones administrativas y fiscales son tan esenciales como el resto de actividades de la empresa porque favorece el control de los costes, la maximización de los beneficios y evita errores que pueden tener repercusión económica, y por tanto afectar a nuestra rentabilidad, o bien enfrentarse a complicaciones administrativas e incluso legales.
La dejadez o el desconocimiento son el principal enemigo de la gestión. Si por falta de medios o por falta de apetencia por llevar a cabo estas actividades no estamos dispuestos a prestar atención a estos aspectos debemos delegar estas actividades y responsabilidades, pero nunca dejarlas de lado o nos arrepentiremos.
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